
¿Qué es Ansiedad?
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¿Has ido al hospital creyendo haber sufrido un paro cardíaco, y que al final te digan que lo que tienes es “solo” ansiedad?
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¿Has temido alguna vez dejar de respirar debido a la presión en tu pecho o a la respiración entrecortada?
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Cuando manejas, ¿Te da miedo quedarte atrapado en el tráfico o por ejemplo al pasar sobre un puente o mientras esperas frente al semáforo?
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¿Has sentido alguna vez nervios o temor de estar enloqueciendo o perdiendo el control?
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¿Has debido luchar contra pensamientos ansiosos que simplemente no se detienen?
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¿Sientes incomodidad al permanecer en ambientes cerrados, como en supermercados, cines, al viajar en el bus o hasta en la peluquería?
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¿Sientes nervios e inquietud en situaciones que nunca te habían molestado?
Es muy común sentir estas sensaciones incómodas, pero no tienes porqué continuar así.
La mayoría de las personas han estado luchando contra sus desórdenes de ansiedad desde hace muchos años. Muchas veces, el haber buscado en vano una solución efectiva a sus problemas en cuanto libro, curso, tratamiento o programa caía en sus manos, las ha llevado a un estado de completo agotamiento y se han vuelto personas escépticas (lo cual es natural).
La ansiedad es una respuesta que tenemos los seres humanos (y también los animales) cuando nuestro cerebro comprueba que existe un peligro que pone en riesgo nuestra vida. Pero, ¿qué ocurre si nuestro cerebro interpreta como peligroso algo que es inofensivo? Inmediatamente envía síntomas de ansiedad, como si el peligro fuera real. Si existe un peligro real, la ansiedad hace que huyamos o evitemos esa situación, es decir, nos ayuda a ponernos a salvo.
Podríamos decir que hay dos tipos de ansiedad: la ansiedad positiva, que es consecuencia de peligros reales, y la ansiedad negativa, que responde a miedos que sólo están en nuestra imaginación. La primera es buena porque nos moviliza y nos lleva a buscar una solución, mientras que la segunda es negativa porque nos bloquea y nos impide sacarle gratificación a la vida.
El cerebro tiene una forma concreta de funcionar. Cuando algo tiene especial importancia para él, produce una respuesta emocional. Sea buena o mala, el cerebro repite esa misma respuesta una y otra vez ante el mismo estímulo. Por ejemplo, ¿qué pasa por tu cabeza siempre que escuchas aquella canción especial o cuando hueles un aroma familiar? La canción o el aroma hacen que te vengan a la cabeza, no sólo el recuerdo de lo que ocurrió, sino también las sensaciones que tu cerebro tiene relacionadas con aquella situación. La ansiedad funciona de la misma manera, se queda "enganchada" y se activa cada vez que algo se lo recuerda a tu cerebro. Muchas veces, la ansiedad se produce por un motivo real (un susto, por ejemplo), pero se sigue manteniendo una vez que ha pasado el peligro real, ya que queda asociado el suceso que la motivó con la respuesta de miedo.
La ansiedad provoca de forma inmediata una serie de síntomas en el sistema nervioso con la finalidad de poner a salvo la vida.
¿Has sentido?
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Esa sensación de mareo seguida del pánico.
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Tensión en la garganta y pecho, dificultad para respirar.
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Ritmo cardíaco acelerado y sensación de hormigueo en brazos y piernas.
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Preocupaciones obsesivas y pensamientos no deseados.
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Sensación de desconexión de la realidad.
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Temor extremo a que la ansiedad te haga enloquecer.
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Has sentido miedo del miedo.
Una vez que la ansiedad se ha "enganchado", cada vez hay más cosas cotidianas y habituales que te provocan esos síntomas, cada vez hay más estímulos que provocan la misma reacción de ansiedad. La ansiedad se generaliza hacia cosas parecidas (primero te da miedo ir a una tienda, después te da miedo pasear por la ciudad, finalmente te da miedo salir de casa, por ejemplo)
A través del programa Vivir sin Miedo es mucho más fácil resolver el problema. Te enseñamos a cortar desde el principio los estímulos que ponen en marcha la ansiedad. Lo más importante es conocerte a ti mismo, descubrir cómo funcionas interiormente y qué herramientas necesitas para eliminar la ansiedad, aprenderás a solucionar rápidamente el problema de la ansiedad, los trastornos de ansiedad, las crisis de ansiedad, dirás adiós a las fobias y evitarás para siempre los miedos y los momentos de angustia.
Los trastornos de ansiedad afectan casi al 20% de población. A diferencia de la ansiedad transitoria causada por un evento estresante (tal como hablar en público o una primera cita amorosa), los trastornos de ansiedad tienen una duración más amplia y pueden empeorar si no se los trata.
A continuación se exponen los diferentes tipos de ansiedad. Cada trastorno de ansiedad tiene diferentes síntomas, pero todos los síntomas se agrupan alrededor de un miedo irracional y excesivo.
Trastorno de Pánico
El trastorno de pánico se caracterizan por ser ataques repentinos de terror, usualmente acompañados por latidos fuertes del corazón, sudoración, debilidad, mareos, o dificultad respiratoria. Durante estos ataques, las personas con trastorno de pánico pueden acalorarse o sentir frío, sentir un hormigueo en las manos o sentirlas adormecidas; y experimentar náuseas, dolor en el pecho, o sensaciones asfixiantes. Los ataques de pánico usualmente producen una sensación de irrealidad, miedo a una fatalidad inminente, o miedo de perder el control.
El miedo a los inexplicables síntomas físicos de uno mismo, es también un síntoma del trastorno de pánico. A veces, las personas que sufren ataques de pánico creen que están sufriendo un ataque cardiaco, que están enloqueciendo, o que están al borde de la muerte. No pueden predecir cuándo o dónde ocurrirá un ataque, y entre los episodios, muchas personas se preocupan intensamente y se aterrorizan de pensar en el próximo ataque.
Los ataques de pánico pueden ocurrir en cualquier momento, incluso al dormir. Generalmente, un ataque alcanza su máxima intensidad durante los primeros diez minutos, pero algunos síntomas pueden durar mucho más tiempo.
Los ataques de pánico suelen comenzar a finales de la adolescencia o al comienzo de la edad adulta, pero no todos los que padecen de ataques de pánico desarrollarán el trastorno de pánico. Muchas personas sólo tienen un ataque y nunca vuelven a tener otro.
Las personas que presentan ataques de pánico repetidos y en su máxima expresión, pueden llegar a quedar muy discapacitadas por esta enfermedad, y deben buscar tratamiento antes de que comiencen a evitar lugares o situaciones en las cuales han padecido ataques de pánico. Por ejemplo, si un ataque de pánico ocurrió en un ascensor, alguien que sufre de trastorno de pánico puede desarrollar miedo a los ascensores, lo cual puede afectar sus decisiones laborales o de vivienda y limitar de forma importante su vida diaria.
Las vidas de algunas personas se restringen tanto que terminan evitando actividades normales, tales como ir de compras o conducir un automóvil. Aproximadamente un tercio de estas personas se limitan a vivir en sus casas o sólo pueden enfrentar una situación temida si están acompañadas por su cónyuge o una persona de confianza. Cuando la enfermedad llega hasta este punto, se llama agorafobia o miedo a los espacios abiertos.
Un tratamiento precoz puede prevenir la agorafobia, pero las personas que padecen del trastorno de pánico pueden en ocasiones ir de un médico a otro durante años, e ir a urgencias repetidamente, antes de que alguien pueda diagnosticar correctamente. Esto es desafortunado, ya que el trastorno de pánico es uno de los trastornos de ansiedad más tratables, ya que en la mayoría de casos responde a muy bien a la Programación Neurolingüística, lo cual ayuda a cambiar los patrones de pensamiento que conducen al miedo y la ansiedad.
El trastorno de pánico suele ir acompañado de síntomas depresivos. Los síntomas de depresión incluyen sensación de tristeza o desesperanza, cambios en el apetito o los patrones de sueño, falta de energía, y dificultad para concentrarse.